Alexandra trusova ×× Allen

Chapter 5: El elnigma del patinador



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Kamila terminó su entrenamiento con una sensación de satisfacción y agotamiento a la vez. La conversación con Eteri la había llenado de una mezcla de nervios y emoción. La competencia internacional se acercaba con rapidez, y la presión de ser la mejor era palpable.
Esa noche, mientras cenaba con su familia, Kamila no podía dejar de pensar en las palabras de su entrenador. Rika Kihira y Alysa Liu eran patinadoras formidables, cada una con un estilo único y habilidades excepcionales. La presión de competir contra ellas era real, pero Kamila no se dejaría intimidar. Ella había trabajado duro durante años para llegar a este punto, y no iba a renunciar a su sueño.
En su mente, Kamila visualizaba su rutina. Cada salto, cada giro, cada movimiento debía ser perfecto. Se imaginaba a sí misma patinando con gracia y poder, dejando al público boquiabierto con su talento. La victoria no era solo un objetivo, era una necesidad.
"Kamila, ¿estás bien?", preguntó su madre, notando la mirada distante de su hija. "Pareces preocupada".
Kamila sonrió, tratando de disimular sus pensamientos. "Estoy bien, mamá. Solo estoy pensando en el campeonato".
"Lo sé, cariño. Pero recuerda que no importa el resultado, nosotros siempre estaremos orgullosos de ti", dijo su padre, colocando una mano reconfortante sobre su hombro.
Kamila asintió, sintiendo una oleada de apoyo familiar que la llenó de fuerza. Sabía que tenía el apoyo incondicional de su familia, y eso le daba la confianza para enfrentar cualquier desafío. El campeonato internacional se acercaba, y Kamila estaba lista para darlo todo.
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El zumbido monótono del televisor en la cafetería era el único sonido que rompía el silencio de la tarde. Allen, sentado en un rincón con una taza de café humeante, observaba con atención las imágenes que se proyectaban en la pantalla. Era un compendio de patinadores rusos, jóvenes promesas que se preparaban para el campeonato internacional. Cada salto, cada giro, cada movimiento era analizado meticulosamente por Allen, como si pudiera ver a través de la pantalla y descifrar el alma de cada patinador.
Su mente, ágil y perspicaz, reconstruía la biomecánica de cada movimiento, la precisión del aterrizaje, la fuerza de la propulsión. Podía sentir la tensión en sus músculos, la concentración en sus ojos, la pasión que ardía en sus corazones. Era un observador silencioso, un maestro del análisis, un juez implacable.
En la pantalla, el rostro de Eteri Tutberidze, la famosa entrenadora rusa, llenó el espacio. Un periodista, con un micrófono en la mano, le preguntó: "Eteri, ¿cómo ve a los jóvenes patinadores rusos este año? ¿Hay alguien que le llame la atención?".
Eteri sonrió con una mezcla de orgullo y satisfacción. "Todos están trabajando duro, con un gran entusiasmo. Tienen un talento excepcional. Es difícil destacar a uno en particular, pero estoy segura de que veremos grandes cosas de ellos. Hay un futuro brillante para el patinaje ruso".
El periodista insistió: "¿Y qué hay de Kayn? ¿Qué piensa de su participación?".
Eteri frunció el ceño, una sombra de intriga cruzando su rostro. "Kayn... es un enigma. Nadie sabe quién es, de dónde viene, cuál es su historia. Es un fantasma que aparece en las competencias, gana con una facilidad asombrosa, y desaparece sin dejar rastro. Es un misterio fascinante, ¿no cree?".
Las palabras de Eteri resonaron en la mente de Allen. Kayn, el enmascarado, el enigma del patinaje. Un nombre que susurraba la leyenda, un nombre que se convertía en sinónimo de victoria. Allen observó la pantalla, un brillo de reconocimiento en sus ojos.
El periodista continuó: "Algunos dicen que es un atleta excepcional, un talento natural que ha decidido mantenerse en el anonimato. Otros creen que es una estrategia de marketing, un personaje creado para generar expectación. ¿Qué piensa usted?".
Eteri se encogió de hombros, una sonrisa enigmática en sus labios. "No lo sé. Lo único que sé es que es un patinador extraordinario. Y me encantaría ver su actuación en el campeonato. Espero que nos sorprenda con algo nuevo, algo que nadie haya visto antes".
Allen se levantó de su asiento, su mirada fija en la pantalla. El café se enfriaba en su taza, pero él no lo notaba. Su mente estaba en otra parte, en un mundo de hielo y velocidad, de pasión y misterio. El campeonato se acercaba, y él estaba listo para jugar su papel.
La cafetería se desvaneció a su alrededor, las conversaciones y los ruidos se volvieron un murmullo distante. Allen se dirigió a la puerta, un paso seguro, una mirada fría. Su identidad era un secreto, su rostro estaba oculto bajo una máscara, pero su talento era innegable. El mundo del patinaje estaba a punto de descubrir la verdad, y Allen, el enmascarado, estaba listo para reclamar su lugar en la historia.
La puerta se cerró detrás de él, y el silencio volvió a reinar en la cafetería. Solo el zumbido del televisor seguía sonando, un eco de un mundo que Allen había dejado atrás, un mundo que estaba a punto de cambiar para siempre.
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