Chapter 2: Capítulo 2
Para realizar las reparaciones encargadas, necesito disponer de un espacio tranquilo donde pueda trabajar sin interrupciones. Aunque el consejo me ofreció un salón equipado con las herramientas necesarias para llevar a cabo las revisiones de los aparatos en un entorno cómodo, amablemente rechacé su oferta.
Lo único que requiero para llevar a cabo las revisiones es un lugar sereno. Aunque un salón habría sido apropiado, ya que proporcionaría un espacio donde relajarme sin la interferencia de nadie, no me agrada la idea de obtener algo a cambio de mi deseo de ayudar.
Por eso, decidí buscar por mí mismo un lugar tranquilo.
Lo encontré más rápido de lo esperado.
A simple vista, se nota que ha estado en desuso durante un largo período. Las malezas han comenzado a trepar por las antiguas paredes, pero el blanco del material de construcción aún mantiene su color. Aunque lo más destacado del edificio no es su color o su fachada rústica, sino los cuatro relojes en la parte más alta que siguen marcando la hora.
Si mal no recuerdo, este es el viejo edificio abandonado por la escuela tras la construcción del nuevo edificio principal.
Está alejado del edificio principal de la academia, así como de las salas de los clubes adyacentes al edificio principal.
Hasta donde tengo entendido, nadie tiene permitido entrar en las instalaciones del edificio abandonado, quizás debido al riesgo de sufrir lesiones por la falta de mantenimiento.
Pero desde que descubrí que estaba en una academia donde las reglas se seguían sin objeciones, convertí las escaleras que llevaban a la puerta principal del viejo edificio en mi lugar de trabajo.
Allí, los árboles me protegen de los intensos rayos del sol. Es realmente agradable trabajar en un lugar tan tranquilo.
Tomé uno de los destornilladores pequeños que tenía y comencé a desarmar la cafetera. El único problema que tenía esta cafetera eléctrica era que el cable de alimentación estaba expuesto y entraba en contacto con otro cable. La solución era cubrir el cable con cinta aislante, algo sencillo de hacer.
Saqué la cinta aislante de color negro de mi estuche de herramientas y envolví el cable.
Al volver a ensamblar la cafetera, le eché otro vistazo para asegurarme de que funcionara correctamente. Afortunadamente, todo parecía estar en orden.
Suspiré. Con esta cafetera, eran tres las cosas que me encargaron reparar esta semana.
Tomándome un momento para descansar, cerré los ojos antes de escuchar a alguien hablar.
— ¿Qué estás haciendo aquí?
— ¿Mmm...? Esa voz...
En teoría, nadie debería acercarse al viejo edificio debido al compromiso de los estudiantes de seguir todas las reglas de la academia. Como dije en teoría eso debería ocurrir, sin embargo, hay algunas personas que suelen frecuentar este lugar, aunque su número y frecuencia son mínimas.
Aun así, nunca mantengo vigilancia cuando estoy inspeccionando los objetos que me dan.
La que acababa de hablarme era una de las que frecuentan el edificio.
La conozco; es muy popular en la academia. Todos la reconocen por su llamativa apariencia. Aunque es un año menor que yo, parece una niña de apenas una docena de años.
Debido a eso, vuelve loco al calvo pervertido del club de fotos llamando Matsuda.
Además, tiene un cabello único de color blanco, lo que, junto con sus ojos dorados, me hace pensar que usa peluca y lentes de contacto. De lo contrario, no encuentro la razón de por qué un humano tiene esas características fisiológicas, sobre todo cuando su cuerpo parece el de una niña.
— Quiero trabajar tranquilo, lejos de los que rompen la calma de mi alma. —Le respondí mostrándole la cafetera.
Orgulloso de mi trabajo, le sonreí.
— Si quieres una taza después, puedes buscarme para tomar café juntos. ¡Te puedo asegurar que será el mejor café que probarás!
El motivo de mi actitud más alegre que de costumbre es por que ella era la única estudiante que siempre mantenía una expresión indiferente a casi cualquier cosa.
Hablarle con desgana solo traería momentos muy incomodos. Lo digo por experiencia.
La niña se quedó en silencio por un momento antes de esbozar una pequeña sonrisa. Sus manos se movieron y sacó una galleta de la caja que llevaba y me la entregó.
Al recibir la galleta cuadrada, me quedé sin palabras.
Ella y yo no hablamos con frecuencia. Pensándolo bien, solo conversamos cuando me encuentra aquí durante la hora del almuerzo y regularmente soy el único que habla. Además, nunca me había dado una galleta al hablar con ella, ni tampoco la había hecho sonreír como hoy...
Cuando me di cuenta, la niña ya se había ido del lugar.
— ¡El café que prepararé también tendrá leche! ¡Y galletas! ¡No me olvidaré de ellas! — Grité para que me escuchara, riéndome. — Igualmente, gracias por la galleta, Koneko.
...
Lugares como el viejo edificio de la escuela no son comunes en la academia, la mayoría rebosa de vida y elegancia, como el edificio principal. Esto se aprecia en el gimnasio, la cancha de tenis, la piscina, el dojo exclusivo para el club de kendo, entre otros.
Todos esos lugares destinados para actividades de clubes o clases de deportes logran transmitir la misma elegancia característica de la escuela. Es algo extraño. ¿Cómo logran eso? ¿Con dinero?
Añadiendo a esa incógnita la gran cantidad de caras bonitas, aunque no hermosas, que estudian en la academia. Todo parece haber sido hecho con el único objetivo de realzar la atmósfera de prestigio en cada rincón de la academia.
— Motohama, corrígeme si me equivoco, pero creo que los pechos de las chicas han vuelto a crecer.
Bueno, no todo contribuye a exaltar la grandeza de la academia.
No hace falta ni intentar adivinar quiénes son los responsables de mancillar el prestigio de la academia; los conozco muy bien.
Todo tiene una excepción, dicen algunos.
En esta academia, solo hay tres personas a las que no les importa hacer cosas consideradas crímenes en cualquier otra parte del mundo. Y resulta que son mis tres compañeros de clase: Issei, Matsuda y Motohama.
En un principio, pude descartar a Hyoudou Issei de la lista de sospechosos debido a que había conseguido una novia. Gracias a su nueva pareja, Yuuma, Issei parecía haber experimentado un cambio radical. Supongo que ya no necesitaba implorar para obtener lo que sus amigos no podían conseguir.
Agradezcamos a ese ángel que permitió a la academia eliminar a una pieza clave de sus grandes males. ¡Gracias!
Eliminando a Issei, quedaron solo dos posibles culpables, que, de hecho, eran culpables.
El pelado pervertido y el cuatro ojos también pervertido.
Su historial de crímenes, narrado por las mismas mujeres que fueron víctimas de ellos, indicaba que su principal objetivo era encontrar lugares donde las mujeres se cambiaban de ropa. En otras palabras, los vestuarios. Y el único vestuario cercano era el que usaba el club de teatro, situado en el segundo piso.
Lo que significaba... sí, allí estaban los dos.
Trepados en la rama de un árbol, mis dos compañeros observaban por un agujero el interior del vestuario. Cómo llegaron hasta esa rama del árbol era un misterio, pero parecían disfrutar de la vista.
— Lo confirmo. Tres de ellas han pasado de copa B a copa C.
Las mujeres decían que las habilidades de Motohama, el pervertido con gafas, le permitían calcular en tiempo real las medidas de las mujeres de un solo vistazo, y parece que no se equivocaban.
¿Aunque no era su habilidad demasiado precisa como inservible?
— Qué maravillosa es la naturaleza.
¿Por qué me tocó compartir clase con ellos? Había escuchado que había otras dos clases en las cuales ninguna era tan anormal como la mía; decían que eran clases ejemplares sin ningún tipo de problemas.
¿Podría solicitar un cambio de clase?
...Al ingresar al edificio principal de la academia, una sutil fragancia llegó a mi nariz. No era un perfume ni ningún otro producto conocido. La percibí por un momento antes de que dejara de ser perceptible. ¿Qué podría haber sido esa desagradable fragancia?
Sin una respuesta clara, continué mi camino.
Faltaban unos cuantos minutos para el final del receso del almuerzo, pero no tenía nada más que hacer que esperar el inicio de las clases de la tarde.
Creo que intentaré dormir mientras espero que suene la campana...
— ¡AGH!
Un fuerte pinchazo en la cabeza me sobresaltó de repente. Fue tan intenso que mi marcha se interrumpió y me tambaleé un poco.
Coloqué mi mano en la cabeza y me apoyé contra la pared por un momento para recuperar el aliento.
¿Qué acaba de suceder? Ese pinchazo me hizo perder el equilibrio y ahora todo está dando vueltas. ¿Estoy teniendo una migraña?
Mi cuerpo se contrajo de dolor.
Los demás estudiantes en el pasillo o en sus salones me miraban extrañados.
Mi cabeza daba vueltas y mi sentido de orientación no funcionaba correctamente. Sentía que me caería incluso estando apoyado contra la pared.
En un estado desorientado, di unos pequeños pasos intentando llegar a mi salón antes de ser detenido por alguien.
— ¿Te encuentras bien?
Con mi visión nublada, no reconocí quién era la persona que me detenía.
Lo único que podía apreciar era la vaga figura femenina de quien me detuvo.
Viendo el mundo borroso dar vueltas, di un paso firme. No puedo caer enfermo. Necesito que todos piensen que estoy bien.
Intenté reincorporarme apoyándome en la pared sin perder el equilibrio mientras calmaba a las personas detrás de mí.
Sentí cómo mi pulso se incrementaba al tener los sentidos más sensibles de lo habitual.
— Estoy bien. Gracias, solo perdí el equilibrio.
Al terminar de hablar, di otro paso para avanzar, pero con todo dando vueltas, no me di cuenta de que estaba cayendo hasta que sentí el golpe.
— ¿¡Estás bien!?
Con la voz de la misma mujer que me detuvo al principio, todo se fue volviendo negro. La agonía de la enfermedad desconocida se intensificó, dejándome atrapado en una oscura espiral de incertidumbre.